Luego de la desilusión con iKON, tuve un tiempo corto de desazón y pronto comencé a abrir los ojos a grupos que no conocí antes. EXO, Twice, Red Velvet, NCT Dream, NCT 127, por nombrar algunos. Hasta hoy uno de mis pasatiempos sigue siendo el escuchar KPOP y seguir sus comeback. Mi madre se hizo fan de EXO, con mi hermana compartimos gustos, y mi papá a veces tararea las canciones. El KPOP sigue siendo una parte importante de la energía de cada día, escuchando y bailando cuando estoy triste, y disfrutando de la vida siguiendo las nuevas canciones y logros de los grupos.
En algún momento, al comienzo de mi viaje con el KPOP, me empecé a cuestionar lo que me estaba pasando. Soy vieja, me gustan grupos de jóvenes, encuentro guapos a los miembros, me río con facilidad, me entusiasmo con pequeñas cosas. Pensaba que era muy extraño, improbable en mí que siempre gusté del Heavy Metal y contraria a todo exceso fanático. iKON fue para mí eso, un escape, una alegría, una realidad paralela que se transforma en parte de tu día a día. Me arrepiento quizás de no haber conocido a más grupos desde antes y así disfrutar más años en Japón. Pero incluso eso creo que tuvo una razón.
Está bien disfrutar de lo que nos hace felices. El KPOP es una herramienta fundamental para mucha juventud en estos días. Como les comenté muchas fans reconocen que sus vidas fueron salvadas gracias al KPOP. Es algo muy potente en el corazón y en las ganas de vivir. Y el KPOP fue una de las cosas que más agradezco de mi experiencia de vida en Japón.