Tenía una emoción indescriptible, mezcla de alegría y un malestar en la guata con ganas de más. Mis cercanos saben que suelo entusiasmarme con pasión por las más variadas cosas y que éstas van cambiando. No me preocupé y me propuse disfrutar del sentimiento.
Los días pasaban y la emoción se transformaba en tristeza, ¿nunca más iba a poder verlos?. Revisé mis finanzas y en un estímulo incontrolable me fui a comprar la entrada, era de las últimas, las que las fans habían ganado y no habían comprado.
Llegó el día del concierto, antes me dediqué a escuchar una y otra vez el playlist del concierto anterior, para llegar con las canciones ya conocidas y disfrutar más. Sucedió que la entrada no tenía número ni ubicación, había que hacer una fila larga para que te dieran una entrada random. Entré al estadio y me di cuenta que estaba mucho más cerca y frente al escenario. Morí de emoción.
Conversé con unas señoras que se sentaron a mi lado. Impresionante la variedad de edades que van al concierto. Fans empedernidas y dedicadas en las más variadas muestras de amor hacia BigBang. Comenzó el concierto y lo disfruté mucho más, canté las canciones, y grité sus nombres hasta quedarme sin voz. La señora que estaba a mi lado se dio cuenta de mi emoción y me prestó su lightstick para jugar con él al ritmo de la música. Salí feliz y desde ahí la tristeza se transformó en alegría y emoción.